Ante los casos de los deportistas que cometen hechos reñidos con la ley y que terminan en tragedias como el del pelotero Ángel Villalona, queda la inquietud de la responsabilidad de la sociedad frente a los mismos.

Y del lado de los jugadores de baloncesto, los ejemplos son incontables.

Tal vez no tienen la repercusión de los jugadores de béisbol, pero los baloncestistas, como la mayor parte de los deportistas dominicanos, carecen de la orientación necesaria para enfrentar los problemas que se le presentan.

Junte una formación deficiente en el hogar, un nivel de escolaridad limitado, la mala influencia de los “amigos” con el éxito repentino que lleva a estos muchachos a ganar grandes cantidades de dinero a corta edad y tendrá los elementos necesarios para una bomba de tiempo.

Tal vez sería mucho pedir que en las actuales condiciones socioeconómicas, las federaciones, limitadas de por sí en su presupuesto para cumplir cabalmente con sus compromisos, asuman un aspecto tan amplio como el de la educación integral de sus atletas.

Pero, de todas maneras, pueden ser entidades con la suficiente sapiencia como para servir de canales para que las personas que practican sus deportes a nivel superior o profesional reciban ayuda para elevar su nivel de conocimiento, mismo que le pueda servir para ser entes de provecho para la sociedad.

Existen casos de muchos que se han dado cuenta que el deporte no es para siempre, que las condiciones atléticas no sobrevivirán al paso implacable del tiempo.

En el país se pueden citar a ingenieros, abogados, contables, periodistas, administradores, economistas que en su día brillaron con el uniforme puesto e inclusive llegaron a formar parte de la selección nacional.

Otro tanto se puede decir de la gran mayoría de los que han emigrado. Unos han tomado el baloncesto como profesión y a través de él han trascendido socialmente. Por otro lado, algunos han aprovechado su estadía en países extranjeros para prepararse académicamente y hacerse de una profesión liberal.

Asociación de jugadores

Pero una entidad que se ha mantenido al margen y que luce totalmente apagada es la natimuerta Asociación de Jugadores de Baloncesto de la República Dominicana.

Hace un tiempo, de la mano de Soterio Ramírez y Carlos Martínez, se hizo un intento por activarla y realizaron una serie de actividades, pero con el tiempo se fue diluyendo.

Una organización de ese tipo podría ayudar, en gran medida, no solo a defender los derechos de los jugadores desde el punto de vista de salarios, dietas y condiciones de juego.

Lo ideal es que sirviera como una entidad orientadora y que canalice sus esfuerzos para ayudar a los atletas del baloncesto a ser, no solo mejores jugadores, si no también mejores seres humanos.

PIE DE FOTO: Soterio Ramirez
Escrito por: Alex Rodríguez // www.basketdominicano.com

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