Ante la ausencia ancestral de programas de desarrollo, en las últimas cuatro décadas el Baloncesto Dominicano ha encontrado un parcho apelando al reclutamiento de jugadores de ascendencia criolla residentes en los Estados Unidos. Pero al parecer ese recurso no está respondiendo como lo hizo casi en medio siglo: el reclutamiento está fallando. Desde Hugo Cabrera y Eduardo Gómez en los 70s, hasta Francisco García y Al Horford en la década actual, pasando por Luis Felipe López, Luis Flores y los hermanos Greer en los 90s, el material hecho principalmente en Nueva York ha sido el soporte de selecciones nacionales y, en muchos casos, atracción en los torneos locales. De ahí que el país no ha ganado una medalla internacional sin acento "spanglish" de por medio. [Continuar Leyendo]
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