República Dominicana: Un sueño de 36 años.

Jack Michael Martínez lloraba. Orlando Antigua miraba al infinito. Y cualquier amante del basket dominicano se pellizcaba para ver si era real. 36 años después, el equipo iba a jugar un Mundial, tras lograr la machada frente a Uruguay en el FIBA Américas. Ningún jugador del equipo había nacido aún cuando se disputó aquella Copa del Mundo de Filipinas en 1978.

El éxito, sumado al oro en el Centrobasket 2012, iba más allá de un billete sellado. Un país de 10 millones, con una liga modesta y nueva, entre los reyes del baloncesto mundial. Una selección que ni tiene reloj de posesión, aire acondicionado o más de una pista ("ponednos instalaciones y estaremos entre los 10 mejores del mundo", promete el presidente de la Federación) en el pabellón, en el mejor escaparate internacional. "No nos conformamos", asegura Sosa.

Los dominicanos se plantean ganar de dos a tres partidos –no es una utopía– para impulsar el ambicioso proyecto de basket en el país, que busca involucrar a todos los jóvenes y captar incluso a menores de 16 en Estados Unidos que puedan nacionalizarse. Defensa fuerte, físico, velocidad de vértigo y un bloque compacto, las armas para prolongar el sueño.

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