Antes de iniciar el Torneo Premundial, República Dominicana lucía como uno de los favoritos para lograr la clasificación gracias a su grupo de jugadores NBA y la adición del dirigente Julio Toro, a pesar de la falta de un armador natural de calidad. ¿Qué pasó?

Hay que empezar con la desigualdad de ofrecimientos hacia los jugadores dominicanos y a los que venían de Estados Unidos. Eso causó ronchas y divisiones, con Charlie Villanueva, Luis Flores y Ricky Greer en un grupo y Jack Michael Martínez encabezando el otro grupo de nativos que incluía a los enebeístas Francisco García y Al Horford (que trataron de fungir como pacificadores).

En la práctica antes del juego de Puerto Rico, el grupo “exiliado” amenazó con no jugar debido a unos beneficios marginales que los federativos dominicanos habían prometido y no podían cumplir (incluyendo credenciales de prensa para los familiares de estos jugadores en vez de boletos de cortesía).

Hasta Toro tuvo dificultades lidiando con tanto ego y fue la intervención de García la que logró mantener la unidad. Ya Martínez los había mandado al infierno. La desunión y anarquía que se veía en cancha ya existía fuera de ella. Considerando toda su problemática tras bastidores, mucho hicieron con su quinto lugar.

Sin apoyo

Para algunos pudo ser sorpresivo que el público local no respaldara a Dominicana a pesar de la dirección de Toro. Culpan a la xenofobia de varios fanáticos, pero lo cierto es que Villanueva colaboró para exacerbar esos sentimientos.

Primero, culpó a Puerto Rico de causar que FIBA no lo considerara jugador nativo (que es falso). Luego, formó un lío en el hotel porque no dejaron entrar a su familia a una actividad exclusiva para jugadores.

Y en el juego contra Puerto Rico le hizo gestos a la fanticada. Por él pagaron justos por pecadores.

A sanar diferencias

Para que el equipo dominicano tenga éxito en futuras competencias y puedan maximizar el talento disponible, tienen que subsanar sus diferencias (Villanueva dice que quiere regresar).

La federación tiene que ser un libro abierto con sus jugadores desde el inicio.

También es indispensable comenzar a practicar con mayor antelación y participar de un mayor número de fogueos y encontrar un armador bona fide (¿Edgar Sosa, de Louisville?). Talento hay. No clasificaron pero, al menos, FIBA Américas abogará por su invitación al Mundial.

Escrito por: Raúl Alzaga (Primera Hora, Puerto Rico)
Publicado por: www.basketdominicano.com

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