Dejemos de lado argumentos, discursos, resultados. Hablemos del vacío de poder reinante en la liga en los últimos meses (excúsenme los aficionados de Celtics y Lakers, pero no acabo de verlo claro ) y lancemos una hipótesis: ¿Atlanta? ¿Por qué no?

Quizás sea demasiado pronto o muy prematuro para pensar en algo tan exigente como el anillo, pero ¿Por qué los chicos de Mike Woodson no pueden convertirse en una secuela de Orlando Magic en estos play offs? Y de ahí al título, quien sabe.

Porque sigo sin fiarme de los Lakers y su ‘Kobe dependencia’. Porque Cleveland y Boston ya demostraron el año pasado que pueden ser vulnerables a siete partidos. Porque los Hawks ya han catado su medicina en las dos últimas postemporadas. Y porque Orlando ya no será la sorpresa que fue.

Quizás todo esto se deba a que los Hawks, franquicia unida desde siempre al espectáculo (su camiseta la han vestido ilustres animadores de este juego como Pistol Maravich, Dominique Wilkins, Spud Webb, enre otros) aunque frecuentemente esquiva a los éxitos (su único título se remonta a hace cinco décadas, de la mano de Bob Pettit) siempre me han resultado simpáticos.

O quizás todo esto se deba al recuerdo de aquellos concursos de mates de los ochenta, o del ‘estilo Fratello’ que les hicieron ser de los equipos más televisables del momento.

El caso es que su descaro y el talento de una plantilla curtida a base de elecciones certeras en el ‘draft’ (Marvin Williams, Al Horford, Josh Smith), buenas selecciones del mercado (Joe Johnson, Jamal Crawford) y retoques de veteranía (Mike Bibby, Joe Smith) les sitúa en una posición cómoda. Con mucho que ganar y poco que perder.

Como esta noche ante los Cavs más enrachados de la temporada, a los que el público del Philips Arena abucheaba como si de una pista griega se tratase. Qué lujo en una liga sin apenas presión ambiental.

Los Hawks fueron capaces de tener entre las cuerdas durante tres cuartos (74-75, 36’) a LeBron & compañia para tirar todo por la borda (84-95) en un último período nefasto, lleno de despropósitos por ambos bandos. No es normal que falles tus primeros diez lanzamientos de forma consecutiva.

Y una vez ya lo has hecho, sólo puedes ir a mejor. Sólo queda aprenderse el cuento y aplicarlo la próxima ocasión. Y si además, puedes imitar a los Sixers y recuperar tu uniforme de los ochenta, mucho mejor.

Escrito por: Aitor Labrador(ABC.es)
Publicado por: www.basketdominicano.com

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