Karl-Anthony Towns Cruz es mucho más que el primer dominicano en ser seleccionado como la primera escogencia del famoso sorteo de la NBA.
El joven de 19 años, a quien hoy la vida le sonríe con un cambio rotundo de sus condiciones, debe ser un ejemplo para muchas familias, donde quienes lleven el mando bien pueden tomarlo como una lección de vida para sus hijos.
Towns viene desde cero y cuidado si de menos cero. La noche del sorteo, el pasado jueves, su padre decía que estaba cerca de llorar al estar invadido por los recuerdos de todo lo que tuvo que hacer junto a su esposa para poder mantener vivo el sueño de su vástago.
Es verdad que las tribulaciones estaban a la orden del día, pero eso jamás fue razón para abandonar el camino correcto ni mucho menos embarcarse en aventuras fuera de la norma. En un mundo marcado por el famoso deseo de obtener todo rápido, los Town-Cruz decidieron continuar por la línea y el sacrificio valió la pena.
Karl hablaba de cómo vive un sueño. Es un muchacho nacido en Piscataway, New Jersey, y con raíces dominicanas que hoy se encuentra en un punto bien alto en el mundo del baloncesto, que acaba de asegurar jugosos ingresos, independientemente de que ahora es que tiene que demostrar su valía en el exigente mundo del baloncesto de la NBA.
Hay que felicitar a Karl Towns Sr. Y a Jacqueline Cruz por inyectar valores a su hijo. Por más que se diga, la formación del hogar no tiene precio. Por eso es que nunca se le termina de pagar a los padres.
Ser pobre no es delito ni pecado. Ahora bien, si se abandonan los sueños y el sendero indicado, se puede pagar por ello.
Por Yancen Pujols - elCaribe
El joven de 19 años, a quien hoy la vida le sonríe con un cambio rotundo de sus condiciones, debe ser un ejemplo para muchas familias, donde quienes lleven el mando bien pueden tomarlo como una lección de vida para sus hijos.
Es verdad que las tribulaciones estaban a la orden del día, pero eso jamás fue razón para abandonar el camino correcto ni mucho menos embarcarse en aventuras fuera de la norma. En un mundo marcado por el famoso deseo de obtener todo rápido, los Town-Cruz decidieron continuar por la línea y el sacrificio valió la pena.
Karl hablaba de cómo vive un sueño. Es un muchacho nacido en Piscataway, New Jersey, y con raíces dominicanas que hoy se encuentra en un punto bien alto en el mundo del baloncesto, que acaba de asegurar jugosos ingresos, independientemente de que ahora es que tiene que demostrar su valía en el exigente mundo del baloncesto de la NBA.
Hay que felicitar a Karl Towns Sr. Y a Jacqueline Cruz por inyectar valores a su hijo. Por más que se diga, la formación del hogar no tiene precio. Por eso es que nunca se le termina de pagar a los padres.
Ser pobre no es delito ni pecado. Ahora bien, si se abandonan los sueños y el sendero indicado, se puede pagar por ello.
Por Yancen Pujols - elCaribe
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