A pesar de los incidentes registrados el pasado domingo al final del cuarto partido de la Serie Final del Torneo de Baloncesto Superior del Distrito Nacional entre San Lázaro y el club Rafael Barias, todos los caminos conducen esta noche a partir de las ocho de la noche al Palacio de los Deportes Virgilio Travieso Soto para presenciar el quinto y decisivo encuentro.
Lamentablemente, cuando ocurren ese tipo de hechos los enemigos gratuitos del baloncesto salen a flote y comienzan a culparlo de las “ocurrencias” de unos pocos desaprensivos que no saben cómo comportarse en una sociedad organizada y llevan el fanatismo hasta el extremo.
El público del baloncesto se alimenta de los barrios. Y en estos habitan muchas personas respetables y educadas, pero también se encuentran algunos “especímenes” que están más cerca del salvaje mono que del Homo Sapiens.
Muchos ni siquiera son los culpables de sus actos. Tal vez no han tenido la oportunidad de tener una sólida educación hogareña ni el Estado se ha preocupado por cubrir las necesidades elementales de alfabetizarlos y colocarlos en el sendero del estudio y la superación personal a través de los canales correctos.
La violencia no es hija del baloncesto. Ese mal es endémico en nuestro país que, con todo el pesar del mundo, ha pasado de ser uno de los más seguros a uno de los más peligrosos para habitar. Y muchos de nuestros barrios, por descuido de propios y extraños, son un caldo de cultivo para la misma.
EL PARTIDO DE HOY.
El juego de hoy ofrece una excelente oportunidad para que los organizadores del torneo, los directivos de los clubes involucrados y los seguidores del deporte del aro y el balón ofrezcan una clara demostración a los que siempre apuestan a lo peor de que los escasos y aislados revoltosos que tratan de dañar la imagen del certamen no lo lograrán.
Es penoso ver no solo ya a hombres, si no a mujeres y hasta niños ser protagonistas de escenas tan desagradables como las que se vivieron el pasado domingo.
Pero todavía estamos a tiempo de evitar cualquier desgracia. Estamos a tiempo de poner el candado antes de que nos roben. Estamos a tiempo para, por enésima vez, intentar el rescate del que sigue siendo, quierase o no, el principal torneo del país.
La Abadina debe tomar todas las previsiones de lugar. Redoblar el número de agentes policiales y militares. Limitar la venta del agua en botellas asi como la circulación de los cubeteros por toda la instalación deportiva.
Ahora que la justa, aunque fuera en sus últimos partidos, ha concitado la atención del público que ha vuelto al palacio, no se pude permitir que dos o tres antisociales echen por la borda el trabajo de tanta gente.
Escrito por: Alex Rodríguez // www.basketdominicano.com
Lamentablemente, cuando ocurren ese tipo de hechos los enemigos gratuitos del baloncesto salen a flote y comienzan a culparlo de las “ocurrencias” de unos pocos desaprensivos que no saben cómo comportarse en una sociedad organizada y llevan el fanatismo hasta el extremo.
El público del baloncesto se alimenta de los barrios. Y en estos habitan muchas personas respetables y educadas, pero también se encuentran algunos “especímenes” que están más cerca del salvaje mono que del Homo Sapiens.
Muchos ni siquiera son los culpables de sus actos. Tal vez no han tenido la oportunidad de tener una sólida educación hogareña ni el Estado se ha preocupado por cubrir las necesidades elementales de alfabetizarlos y colocarlos en el sendero del estudio y la superación personal a través de los canales correctos.
La violencia no es hija del baloncesto. Ese mal es endémico en nuestro país que, con todo el pesar del mundo, ha pasado de ser uno de los más seguros a uno de los más peligrosos para habitar. Y muchos de nuestros barrios, por descuido de propios y extraños, son un caldo de cultivo para la misma.
EL PARTIDO DE HOY.
El juego de hoy ofrece una excelente oportunidad para que los organizadores del torneo, los directivos de los clubes involucrados y los seguidores del deporte del aro y el balón ofrezcan una clara demostración a los que siempre apuestan a lo peor de que los escasos y aislados revoltosos que tratan de dañar la imagen del certamen no lo lograrán.
Es penoso ver no solo ya a hombres, si no a mujeres y hasta niños ser protagonistas de escenas tan desagradables como las que se vivieron el pasado domingo.
Pero todavía estamos a tiempo de evitar cualquier desgracia. Estamos a tiempo de poner el candado antes de que nos roben. Estamos a tiempo para, por enésima vez, intentar el rescate del que sigue siendo, quierase o no, el principal torneo del país.
La Abadina debe tomar todas las previsiones de lugar. Redoblar el número de agentes policiales y militares. Limitar la venta del agua en botellas asi como la circulación de los cubeteros por toda la instalación deportiva.
Ahora que la justa, aunque fuera en sus últimos partidos, ha concitado la atención del público que ha vuelto al palacio, no se pude permitir que dos o tres antisociales echen por la borda el trabajo de tanta gente.
Escrito por: Alex Rodríguez // www.basketdominicano.com
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