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Santo Domingo.- Un simple regalo de tres pesos trazó el rumbo que tomaría la vida de Alejandro Tejeda.

“Toma para que haga lo que yo no pude hacer”, le dijo su hermano Wáscar al momento de entregarle un balón de la marca Spalding al más pequeño de los ocho hermanos procreados con mano dura por el matrimonio formado por Luiz María Jáquez y el general Julio Ernesto Tejeda.

Corría el año 1963 cuando Alejandrito y Wáscar se encontraban visitando la Dirección General de Deportes, ubicada por los predios de Radio Televisión Dominicana cuando un joven, que venía subiendo por la avenida San Martín, le propuso en venta el artículo deportivo.

“Por ése es que yo estoy en el baloncesto”, manifiesta Tejeda con una gratitud eterna al hermano que con el tiempo se convirtió en su fanático número uno.

“Wáscar siempre quiso jugar baloncesto, pero, por razones que ahora no preciso, no lo pudo hacer”, señala luego de hacer un vano intento en el túnel del tiempo.

El atletismo y el béisbol fueron dejados de lado de inmediato por Tejeda, quien residía en el sector Padre Las Casas, hoy Don Bosco.

En la cancha del colegio Evangélico Central, donde realizó sus estudios primarios y secundarios, comenzó a practicar con pasión junto a los muchachos del barrio el deporte que inventó James Naismith.

Su progreso fue tan meteórico que después de participar en su primer torneo interescolar en 1964, en el que culminó como líder en puntos y rebotes, se enroló en el club San Lázaro de la mano de Miguel Gómez, que entonces jugaba allí a nivel juvenil.

“Comencé como centro, pero terminé jugando todas las posiciones”, relata Alejandro.

Dedicó horas extras a los entrenamientos para dominar los principales fundamentos y técnicas del juego. Casualmente nació un primero de mayo de 1949, Día del Trabajo.

A los 17 años no cumplidos, debuta con la selección nacional que participó en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1966, que tuvieron lugar en San Juan, Puerto Rico.

Luego toma parte con la intensidad que marcó su juego en las ediciones de 1970, 74 y 78, mientras que en Centrobasket muestra su clase en las ediciones de 1969, 1971, 1973, 1975 y 1977.

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“Papá” Tejeda muestra el cuadro de la selección dominicana que conquistó la medalla de oro en Centrobasket ‘77.

“En la cancha, Alejandro Tejeda era reconocido por tomarse las cosas en serio. Un jugador intenso en la defensa que experimentó una evolución al pasar de delantero pequeño a guard tirador y ocasional armador”, destaca el cronista Alex Rodríguez en su especializado libro “Por los Aros del Mundo”.

Él fue contratado como entrenador de las categorías menores por el club Naco.

Al año siguiente jugó con el representativo de Jobo Bonito su último torneo superior, que tenía como escenario al emblemático parque Eugenio María de Hostos.

“Me sentía mal trabajando con Naco y jugando con San Lázaro. Ellos entendieron la situación y me dejaron ir, un gesto que siempre he agradecido”, declara.

Su segundo torneo con Naco lo celebra en el Palacio de los Deportes (1974), lo cual no solo marcó el despegue definitivo del baloncesto dominicano, sino un acolchado tránsito de cancha dura al tabloncillo.

“Lo mismo que comencé a hacer en la cancha blanda lo hacía en la cancha dura. Tengo todas las rodillas peladas porque yo me tiraba de cabeza detrás de la bola”, indica un Tejeda que no sabía jugar de otra forma.

Será inmortal

En octubre próximo, el ex jugador será exaltado al Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano.

Le place que será inmortalizado en la misma promoción del doctor José Joaquín Puello, una persona de su afecto y por quien guarda un gran respeto.

“Lo conozco desde hace mucho tiempo, corríamos juntos y era muy amigo de mi hermano Wáscar, quien era neurólogo y falleció hace dos años”, agrega.

Desde ya, Tejeda escogió a Héctor --El Vikingo-- Monegro como su huésped para la especial ocasión.

“Ese es mi hermano”, enfatiza cuando se le pregunta por qué escogió al exbasquetbolista de Hato Mayor, con el que mayor cercanía ha tenido aún después de retirarse del tabloncillo.

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El veterano jugador al momento de recibir la presea dorada en Panamá de manos del teniente coronel Antonio Araud.

MEJORES MOMENTOS

Entre los principales momentos de su carrera, cita el que vivió ese año en la ceremonia inaugural de los XII Juegos Centroamericanos y del Caribe.

“Desfilar en el Estadio Olímpico delante de tanta gente fue algo maravilloso, una experiencia muy bonita, un sueño que nunca pensé que se iba a dar pero se dio”, subraya.

Tejeda formó parte de los “Doce Magníficos” --como bien lo bautizara el cronista José Oscar Fernández en el libro del mismo nombre que antes de fallecer dejó para la posteridad-- que conquistaron la medalla dorada en Centrobasket ‘77, realizado en Panamá, un gran escenario donde tuvo un retiro no anunciado.

“Esa medalla y los Doce Juegos fueron momentos especiales para mí”, acota para luego citar la experiencia vivida como asistente con el equipo que participó en el Mundial de Filipinas (1978), un hito para Dominicana.

Otro grato momento lo vivió en 1988 como entrenador de los Bravos de Portuguesa, equipo que había llegao luego de haber dirigido en tres ocasiones a los Guairequíes de Margarita en la Liga Profesional de Venezuela.

La ceremonia de apertura tuvo como escenario la cancha de su antiguo club, en Isla Margarita, y la ovación que recibió cuando se hizo la presentación de los integrantes de los equipos no la olvidará mientras vida tenga.

“Tuve que salir tres veces... siete mil gente aplaudiéndome incesantemente”, declara sobre una muestra de cariño que dejó claro lo bien acogido que fue su trabajo con los Guairequíes.

En su paso por el baloncesto “Papá” Tejeda tuvo el placer de haber evaluado a Hugo Cabrera en un intenso uno contra uno que duró más de una hora.

No necesitó más tiempo para darle su opinión Faisal Abel, que con ese fin le sacó de clases en la Universidad Autónoma de Santo Domingo para que con todo y zapato, jugara con el espigado jugador.

“¡Fírmenlo, fíchenlo, denle lo que quiera que ése va a ser una estrella!”, le exclamó a Faisal luego de sudar la gota gorda con el que varios años después sería llamado “El Inmenso”.

También recibió a “Los Grillos” José Vargas y Alfred --Tito-- Horford a principios de la década del 80, cuando ellos llegaron solo con mucho tamaño al club Naco.

Lo propio hizo con Carl Herrera, quien posteriormente se convirtió en el primer jugador venezolano en llegar a la NBA.

En el otro lado de la moneda está el hecho de que se fue sin ganar el título de campeón en el Torneo Superior del Distrito Nacional, a pesar de que lo tuvo cerca con Naco.

“Me retiré con esa pena”, confiesa Tejeda, quien hoy a los 65 años, ocho hijos y siete nietos, pesa 192 libras, ocho más que el peso que mantuvo en sus tiempos de baloncestista. Además del buen metabolismo, en ello tiene que ver que come sano y camina todos los días.

En el basket distrital
Temporadas 5
Partidos 67
Puntos 753 (11.2 ppj)
Rebotes 74
Asistencias 73
Tiros de campo 738-312 (42.3%)
Tiros libres 174-129 (74.1%)
Bolas recuperadas 21
Bolas perdidas 118
Faltas 135

Por Freddy Tapia - Listín Diario
freddy.tapia@listindiario.com

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