La nueva realidad económica, social y politica del mundo y de la República Dominicana, en particular, tiene que poner a pensar a los dirigentes de las federaciones deportivas.

En el caso del baloncesto está comprobado que el sistema de clubes, asociaciones y federaciones ha cumplido su rol.

Pero cambiar esa estructura (tan arraigada, y que ha servido, hasta cierto punto, para el desarrollo del deporte, pero también para enquistar a personas con intenciones ulteriores) debe producirse un “terremoto” como consecuencia de una revisión total de la política deportiva del Estado Dominicano.

En el pasado, por ejemplo, a la hora de conformar una selección nacional, la gran mayoría de los principales jugadores dominicanos residían en el país.

Sólo dos torneos -Distrito Nacional y Santiago- podían disfrutar de ver en acción a los mejores exponentes del basket.

En los tiempos de Vinicio Muñoz, Iván Mieses, Pepe Rozón, Víctor Chacón, Evaristo Pérez, Víctor Hansen, José Domínguez, José Mercedes, entre otros, no era necesario “importar” talento con las honrosas excepciones de un Hugo Cabrera, un Héctor Báez o un José Vargas.

Ahora la base del equipo nacional es la NBA (Al Horford, Francisco García, Charlie Villanueva) con el inconveniente de los “seguros” y las “dietas”. Además los otros jugadores estelares del patio se la “buscan” por Europa, Norte y Surámerica (Luis Flores, Jack Michael Martínez, Ricardo Greer, Sammy Mejía). Otros todavía están en el basket universitario de Estados Unidos.

Esa nueva realidad encarece los costos y complica la cohesión para lograr el famoso “Team Work” tan necesario para el éxito de un equipo en un deporte como el basket.

Si se suma que los entrenadores (Faisal Abel, Humberto Rodríguez, Fernando Teruel, Osiris Duquela, entre otros) trabajaban en las categorías menores, colegios, escuelas y universidades había garantía de éxito en el producto final.

La realidad actual es muy distinta. Un gran talento, pero disperso en todo el mundo. Y el que se queda en el país se pasa el año completo “picando” en cuanto torneo aparezca desde Pedernales hasta Higuey sin trabajar en sus puntos débiles.

Lo mismo se aplica a los coaches algunos inclusive que han logrado trascender a nivel internacional.

Las academias han salvado en parte la parte formativa, pero están desconectadas de la Federación Dominicana de Baloncesto (Fedombal) que debería propiciar un acercamiento y arribar a algún tipo de acuerdo con las mismas.

Estas instituciones, con sus altas y bajas, han venido a llenar un vacío que ya no están llenando los clubes.

Si es difícil que podamos conseguir articular, por lo menos en el baloncesto, una estructura o sistema similar al que rige en los Estados Unidos (escuela secundaria, universidad y liga profesional), la opción de las academías podría ser una alternativa.
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Escrito por: Alex Rodríguez // www.basketdominicano.com

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