MINNEAPOLIS -- Kobe Bryant sabía mejor que nadie que superar a Michael Jordan era una cuestión de tiempo. No fue ante San Antonio Spurs, ni tampoco lo postergó a la cita del lunes ante Indiana Pacers. Los jugadores de Minnesota Timberwolves, el público asistente, sus compañeros y los reporteros fueron testigos de lujo de un momento que quedará grabado en la memoria de la NBA, porque este 14 de diciembre de 2014, Kobe superó la marca de los 32,292 puntos que en su día alcanzó otro de los mejores jugadores que ha dado el básquetbol.
Lo logró antes del descanso (a 5:24 para el intermedio), justo como vaticinó Byron Scott antes de la cita. Sin embargo, no fue con un clásico 'jumper' en suspensión, sino con dos tiros libres que sirvieron para empatar primero y superar, después, al exjugador de Chicago Bulls.
Esta marca es la consecución de una carrera para enmarcar antes incluso de que haya llegado a su fin, el resultado de la competitividad, de las ansias de mejora permanente, de la capacidad para levantarse en los momentos más difíciles. Este domingo atípico, los números le rindieron un homenaje a Kobe.
Se oyeron gritos sueltos clamando su nombre en el Target Center mientras calentaba lanzando a canasta, murmullos cuando agarró la bola por primera vez tras el inicio del encuentro y malos augurios en su primer intento a canasta, fallido, de pulso inquieto. Y Kobe se mantuvo alejado del aro en los compases iniciales de la cita. A menudo se le veía como el último hombre cuando sus compañeros armaban contraataques.
"Kobe, Kobe" se escuchaba de vez en cuando mientras el protagonista atendía como testigo de lujo y en la retaguardia una jugada trenzada de los suyos. Perdió un balón que salió por la línea de fondo, intentó un triple que tampoco entró y trataba de habilitar a sus compañeros. Se arriesgó a anotar sus primeros dos puntos driblando en una internada que quedó en nada, pero forzando una falta personal. Y fue así como llegaron sus dos primeros puntos de la cita. El primer tiro desde la línea entró con suspense, el segundo, limpio.
Se abrió la lata y en la siguiente jugada de ataque consiguió su primer lanzamiento de campo acertado. En la pintura, con un intento certero en suspensión. "Cuatro", contaron las mentes de más de uno y de una. Cuatro más para empatar a Jordan. Cinco para superarle. Mientras tanto, sus compañeros hacían los deberes y él mostraba su cadencia, su calma. Si hay que pasar el esférico, se pasa, algo que lleva tiempo demostrando.
El primer periodo finalizó con Kobe celebrando a su manera la insistencia de Robert Sacre en la pintura contraria. El segundo inició echando la cabeza atrás ante sendos fallos de Nick Young y Wayne Ellington desde el perímetro, y asintiendo ante el acierto de Jeremy Lin. Desde la banca Kobe no perdía detalle del trabajo de la segunda unidad. Estaba totalmente concentrado en el partido, atento, distraído, quizás, de una marca que sabía que acabaría por llegar. Cuestión de tiempo.
Regresó a la duela cuando el luminosos marcaba 6:28 para el final del segundo cuarto. Primer balón que llega a sus manos y 'zas' triple, al más puro estilo Kobe Bryant. Contaba con siete puntos en su casillero y el público reflejó su sentir. Los tímidos murmullos del comienzo del partido se convirtieron en algo generalizado. Los aficionados de los T-Wolves se unieron a la minoría visible y perceptible que vestía de púrpura y oro. La gente quería que Kobe lo lograra. Falta personal. Dos tiros libres, empate y... marca superada.
El tiempo se paró por un instante, también el partido. Sonó la bocina, el respetable se puso en pie y la ovación fue de vellos de punta. El propietario de los T-Wolves le entregó el balón del partido y jugadores de ambos equipos lo felicitaron.
La Mamba Negra siguió a lo suyo cuando se reanudó la cita. Se restableció la normalidad, su normalidad. Un triple certero, otro que acabó en personal con tres tiros desde la línea que subieron en el marcador. Así fueron las siguientes canastas del tercer máximo anotador de todos los tiempos. Las líneas posteriores a una leyenda que continúa escribiendo la historia de este deporte.
Fuente ESPN DEPORTES
Lo logró antes del descanso (a 5:24 para el intermedio), justo como vaticinó Byron Scott antes de la cita. Sin embargo, no fue con un clásico 'jumper' en suspensión, sino con dos tiros libres que sirvieron para empatar primero y superar, después, al exjugador de Chicago Bulls.
Esta marca es la consecución de una carrera para enmarcar antes incluso de que haya llegado a su fin, el resultado de la competitividad, de las ansias de mejora permanente, de la capacidad para levantarse en los momentos más difíciles. Este domingo atípico, los números le rindieron un homenaje a Kobe.
Se oyeron gritos sueltos clamando su nombre en el Target Center mientras calentaba lanzando a canasta, murmullos cuando agarró la bola por primera vez tras el inicio del encuentro y malos augurios en su primer intento a canasta, fallido, de pulso inquieto. Y Kobe se mantuvo alejado del aro en los compases iniciales de la cita. A menudo se le veía como el último hombre cuando sus compañeros armaban contraataques.
"Kobe, Kobe" se escuchaba de vez en cuando mientras el protagonista atendía como testigo de lujo y en la retaguardia una jugada trenzada de los suyos. Perdió un balón que salió por la línea de fondo, intentó un triple que tampoco entró y trataba de habilitar a sus compañeros. Se arriesgó a anotar sus primeros dos puntos driblando en una internada que quedó en nada, pero forzando una falta personal. Y fue así como llegaron sus dos primeros puntos de la cita. El primer tiro desde la línea entró con suspense, el segundo, limpio.
Se abrió la lata y en la siguiente jugada de ataque consiguió su primer lanzamiento de campo acertado. En la pintura, con un intento certero en suspensión. "Cuatro", contaron las mentes de más de uno y de una. Cuatro más para empatar a Jordan. Cinco para superarle. Mientras tanto, sus compañeros hacían los deberes y él mostraba su cadencia, su calma. Si hay que pasar el esférico, se pasa, algo que lleva tiempo demostrando.
El primer periodo finalizó con Kobe celebrando a su manera la insistencia de Robert Sacre en la pintura contraria. El segundo inició echando la cabeza atrás ante sendos fallos de Nick Young y Wayne Ellington desde el perímetro, y asintiendo ante el acierto de Jeremy Lin. Desde la banca Kobe no perdía detalle del trabajo de la segunda unidad. Estaba totalmente concentrado en el partido, atento, distraído, quizás, de una marca que sabía que acabaría por llegar. Cuestión de tiempo.
Regresó a la duela cuando el luminosos marcaba 6:28 para el final del segundo cuarto. Primer balón que llega a sus manos y 'zas' triple, al más puro estilo Kobe Bryant. Contaba con siete puntos en su casillero y el público reflejó su sentir. Los tímidos murmullos del comienzo del partido se convirtieron en algo generalizado. Los aficionados de los T-Wolves se unieron a la minoría visible y perceptible que vestía de púrpura y oro. La gente quería que Kobe lo lograra. Falta personal. Dos tiros libres, empate y... marca superada.
El tiempo se paró por un instante, también el partido. Sonó la bocina, el respetable se puso en pie y la ovación fue de vellos de punta. El propietario de los T-Wolves le entregó el balón del partido y jugadores de ambos equipos lo felicitaron.
La Mamba Negra siguió a lo suyo cuando se reanudó la cita. Se restableció la normalidad, su normalidad. Un triple certero, otro que acabó en personal con tres tiros desde la línea que subieron en el marcador. Así fueron las siguientes canastas del tercer máximo anotador de todos los tiempos. Las líneas posteriores a una leyenda que continúa escribiendo la historia de este deporte.
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