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No encontrar la recompensa a su esfuerzo lo hacía sufrir, por lo que muchas veces prefería quedarse acostado en su cama para evitar levantarse con el pie izquierdo. Pero en Medellín, Gerardo Suero manifiesta que halló un verdadero alivio que se refleja en su rostro cuando salta a jugar con Academia de La Montaña.

El dominicano recuerda que en su país dejó de ir en más de una ocasión a los entrenamientos, pues le daba impotencia que otros fueran elegidos para actuar cuando él sentía que tenía mejor rendimiento. No oculta que estuvo a punto de tirar la toalla, "estaba bajo de ánimo", como expresa, pero el amor que siente por el deporte de la pelota naranja es tan grande que volvía a las prácticas para demostrar que es bueno en lo que hace.

Y así, rindiéndole honor a su apellido, se vio obligado a inyectarle más paciencia, perseverancia y pasión a la actividad atlética para salir adelante. "Esa era la fórmula", reconoce esta figura del quinteto paisa que regresó a Antioquia con la ilusión de sacarse la espinita que le quedó clavada desde hace seis meses en la Liga Directv.

"He pasado por momentos difíciles en mi carrera, pero gracias Dios me di cuenta de que lo malo también fortalece, que en la vida nada es regalado y hay que luchar siempre para tener la recompensa", dice el dominicano que, aunque lo han dejado por fuera de la selección de su país más de una vez, sigue trabajando no solo para ser tenido en cuenta, sino también para alcanzar el sueño de llegar a la NBA.

Los consejos de su padre Gerardo, quien participó en los Olímpicos de 1980 de Moscú en los 100 metros, así como de su madre Mercedes, que practicó sóftbol, voleibol y jabalina, fueron vitales para no desfallecer.

Su sacrificio no quedó en vano, pues equipos de diferentes países han querido sus servicios. El Guaros de Lara de Venezuela disfrutó de su talento y ahora Academia de La Montaña. "Aquí me siento como en casa, disfrutando en familia", dice lleno de felicidad Gerardo, quien comparte en el equipo con sus compatriotas César Chávez y Rayner Moquete. En la ciudad tiene la compañía de su esposa Amanda y de su pequeño Gerardo, de tan solo un mes de nacido.

"Ellos también hicieron que retomara el rumbo en mi deporte. Ahora lucho para conseguir los sueños y darles alegrías y satisfacciones a mis seres queridos", dice el escolta, que en un solo partido anotó 45 puntos.

"Regresé a este equipo porque hace seis meses llegué como refuerzo para suplir las bajas de Heisser Guillent y mi compañero César Chávez, que estaba lesionado. Arribé una noche, al otro día jugué, perdimos la final 3-2 ante Guerreros y al día después retorné a mi país. Fue muy frustrante, por eso volví a este elenco que me brindó la oportunidad de brillar".

Así, cargado de motivación, Gerardo se levanta todos los días con la ilusión de seguir creciendo como deportista y como ser humano.

Por JHEYNER A. DURANGO HURTADO - elColombiano

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